Estamos en unos meses, que poco a poco pasan, en los que prácticamente no hemos hablado ni oído hablar de otra cosa que no sea el coronavirus…de sus efectos sobre la salud, del impacto sobre la economía y el mundo laboral, de la situación política derivada, ahora de los rebrotes, etc, etc.

Observamos, ahora que vamos saliendo paulatinamente y recobrando cierta normalidad, que estamos actuando en gran medida como si todo se hubiera parado y no hubiera existido otra cosa que el coronavirus. Casi como si hubiéramos entrado en un túnel del tiempo el pasado 14 de Marzo y estuviéramos saliendo en el mismo punto, en lo que a trabajo se refiere…aunque un poco maltrechos en sentido psicológico y, desgraciadamente en algunos casos, físico.

Si bien resulta cierto, por las conversaciones que mantenemos con los técnicos de prevención en las empresas y en los servicios de prevención ajenos, que ha habido mucho trabajo en prevención que se ha paralizado por todo lo derivado del COVID-19, si nos preguntamos si la parálisis es o ha sido real en el mundo de la prevención de riesgos laborales y nos abstraemos mínimamente, la respuesta es radicalmente que no y por varios motivos -ni excluyentes ni exhaustivos-:

Ahora, ¿qué actitud pensamos debe tomar un Técnico de PRL en estos momentos de desaescalada?

Pues en estos momentos de confusión, incertidumbre, temores…el técnico de prevención debería asumir un papel catalizador que se puede concretar en los siguientes aspectos:

  1. Actitud de vigilancia de cumplimiento de las medidas implantadas en la empresa. Dentro de la empresa, este tema está vinculado a la PRL y se debe ser referente al respecto. Esta vigilancia debe tener una doble vertiente; vigilar que los trabajadores tienen un comportamiento adecuado a la situación y que los medios facilitados por la empresa son suficientes y adecuados en todo momento, adaptando los mismos al protocolo que la empresa haya realizado frente a COVID-19 y siempre en función de la evolución de la situación, general o en la empresa.
  2. Freno al alarmismo. Si se adoptan las medidas implantadas por la empresa, seguro que podemos trabajar en un entorno tranquilo. Luego se debe transmitir confianza y tranquilidad.
  3. La prudencia y la traslación de la misma se convierte en un respecto importante que el Técnico PRL debe liderar dentro de la Organización. Para nada esta situación ha terminado ni está finalizando; tenemos que seguir cuidando unos de otros.
  4. Vigilancia y actualización contínua de la documentación preventiva en lo que se refiere a la situación que estamos atravesando y con la visión puesta en los agentes biológicos futuros que pudieran alterar el ritmo de trabajo normal de la empresa, así como la aparición o acentuación de riesgos laborales no detectados hasta el momento, donde pueden destacar riesgos psicosociales.
  5. La empatía se convierte en una cualidad muy importante cuando las personas estamos afectadas, del modo que sea, por la situación vivida. Estos meses ha cambiado nuestro modo de vida de manera radical y ahora estamos recuperando, casi, nuestra vida, aunque haya muchos cambios que han venido para quedarse o se ha acelerado su uso o implantación.

En resumen, el Técnico de PRL, junto con el Departamento de RRHH debe convertirse en el catalizador de una visión que debe destacar tres palabras:

PRUDENCIA, CONTROL y OPTIMISMO