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El mundo de la prevención de riesgos laborales continúa… y los prevencionistas tienen un papel importante

Autor: Javier Cassini Gómez de Cádiz

Auditor Jefe y Director en PREVYCONTROL Entidad Auditora en Sistemas de Gestión PRL

Estoy convencido de que mundo del Derecho y su aplicación, desde todos los puntos de vista, estará muy interesado en conocer los puntos de vista que a este respecto tengan los profesionales de la prevención de riesgos laborales, como directamente implicados en la gestión del COVID-19 en las empresas.

Por ello, y huyendo de un texto técnico, traslado una opinión sobre el papel que corresponde afrontar en estos momentos a los prevencionistas.

Estamos en unos meses, que poco a poco pasan, en los que prácticamente no hemos hablado ni oído hablar de otra cosa que no sea el coronavirus…de sus efectos sobre la salud, del impacto sobre la economía y el mundo laboral, de la situación política derivada, ahora de los rebrotes y la segunda ola, etc, etc.

Observamos, ahora que vamos saliendo paulatinamente y recobrando cierta normalidad –no sin ciertos problemas y pasos hacia atrás así como un alto grado de incertidumbre-, que estamos actuando en gran medida como si todo se hubiera parado y no hubiera existido otra cosa que el coronavirus. Casi como si hubiéramos entrado en un túnel del tiempo el pasado 14 de Marzo y estuviéramos saliendo en el mismo punto, en lo que a trabajo se refiere y con los problemas derivados de cada sector…, aunque un poco maltrechos en sentido psicológico y, desgraciadamente en algunos casos, físico.

Y no sabemos si para volver a entrar en el túnel….

Si bien resulta cierto, por las conversaciones que mantenemos con los técnicos de prevención en las empresas y en los servicios de prevención ajenos, que ha habido mucho trabajo en prevención que se ha paralizado por todo lo derivado del COVID-19.

Si nos preguntamos si la parálisis es o ha sido real en el mundo de la prevención de riesgos laborales y nos abstraemos mínimamente, la respuesta es radicalmente que no y por varios motivos -ni excluyentes ni exhaustivos-:

  • La implicación de la prevención de riesgos laborales (PRL) en las acciones que se han tenido que tomar y están por tomarse es muy amplia. De hecho, la PRL debe adquirir un papel aún más protagonista en la gestión empresarial del que ya le corresponde de por sí, independientemente de que consideremos esta situación como un problema de salud pública o un riesgo laboral en los centros de trabajo. Eso sí, si hemos aprendido algo de lo que ha pasado y está pasando.
  • Hay numerosos sectores que, incluso, han visto incrementada su actividad en el tiempo de confinamiento como el sector alimentario -tanto en su vertiente de distribución como de producción- o el transporte…y qué decir del sector sanitario o las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
  • Los accidentes laborales siguen ocurriendo, independientemente de la pandemia, aunque centrados en determinados sectores, como los citados, o se acentúan determinados problemas vinculados a la gestión PRL como son determinados riesgos psicosociales y sus consecuentes efectos.
  • El uso del Teletrabajo de manera generalizada obliga a diseñar la gestión de prevención de riesgos laborales de otro modo, en lo que ya ha entrado el RD 28/2020 de Trabajo a Distancia. Resulta evidente que el Teletrabajo ha recibido un “empujón” importante; aunque la situación laboral esté volviendo a la normalidad, el Teletrabajo se ha implantado de modo definitivo en algunos puestos de numerosas empresas y, obviamente, ello obliga a adaptar la gestión que se realiza desde la PRL.

Ahora, ¿qué actitud pensamos debe tomar un Técnico de PRL en estos momentos de desaescalada?

Pues en estos momentos de confusión, incertidumbre, temores…el técnico de prevención debería asumir un papel catalizador que se puede concretar en los siguientes aspectos:

  1. Actitud de vigilancia de cumplimiento de las medidas implantadas en la empresa. Dentro de la empresa, este tema está vinculado a la PRL y se debe ser referente al respecto. Esta vigilancia debe tener una doble vertiente; vigilar que los trabajadores tienen un comportamiento adecuado a la situación y que los medios facilitados por la empresa son suficientes y adecuados en todo momento, adaptando los mismos al protocolo que la empresa haya realizado frente a COVID-19 y siempre en función de la evolución de la situación, general o en la empresa.
  2. Freno al alarmismo. Si se adoptan las medidas implantadas por la empresa, seguro que podemos trabajar en un entorno tranquilo. Luego se debe transmitir confianza y tranquilidad.
  3. La prudencia y la traslación de la misma se convierte en un aspecto importante que el Técnico PRL debe liderar dentro de la Organización. Para nada esta situación ha terminado ni está finalizando; tenemos que seguir cuidando unos de otros.
  4. Vigilancia y actualización contínua de la documentación preventiva en lo que se refiere a la situación que estamos atravesando y con la visión puesta en los agentes biológicos futuros que pudieran alterar el ritmo de trabajo normal de la empresa, así como la aparición o acentuación de riesgos laborales no detectados hasta el momento, donde pueden destacar riesgos psicosociales.
  5. La empatía se convierte en una cualidad muy importante cuando las personas estamos afectadas, del modo que sea, por la situación vivida. Estos meses ha cambiado nuestro modo de vida de manera radical y ahora estamos recuperando, casi, nuestra vida, aunque haya muchos cambios que han venido para quedarse o se ha acelerado su uso o implantación.

Aunque en estas líneas hemos abordado más un tema de actitudes, no debe escaparse que, además, se deben tener en cuenta las posibles consecuencias jurídicas que puedan derivarse de incumplimientos y desviaciones de los procedimientos que haya implantado la empresa en materia de COVID-19. Estamos en terreno novedoso y pantanoso en lo que a responsabilidades se refiere y tampoco debemos caer en el  buenismo y la excesiva condescendencia.

En resumen, el Técnico de PRL, junto con el Departamento de RRHH y quizás todas las personas que gocen de cierta capacidad de influencia en la gestión de la empresas, deben convertirse en catalizadores de una visión que debe destacar tres palabras:

PRUDENCIA, CONTROL y OPTIMISMO