Nuevos retos para los técnicos de prevención, todo está cambiando o ha cambiado
Ya sabemos que la gestión de prevención de riesgos laborales (PRL) abarca cuatro disciplinas preventivas: Seguridad del Trabajo, Higiene Idustrial, Ergonomía-Psicosociología Aplicada y Medicina del Trabajo.
Los que llevamos años aplicando la PRL sabemos que todo ha ido avanzando de modo paulatino y secuencial; cuando se empieza a trabajar sobre la Ley 31/95 y posterior reglamentación, los aspectos derivados de la Seguridad del Trabajo e Higiene Industrial (estos últimos según el sector) ya eran medio conocidos, las necesidades ergonómicas algo menos y los aspectos psicosociales del trabajo eran unos grandes desconocidos. La Medicina del Trabajo -que antes era concebida casi como algo aparte y hoy se encuentra integrada con toda la actividad preventiva- no pasaba de realizar unos reconocimientos médicos que, con el tiempo, han llegado a ser muy específicos a las tareas que desempeña cada trabajador, pero donde es necesario aún avanzar en vigilancia de la salud colectiva.
Así, con la Seguridad del Trabajo, la Higiene Industrial y la Medicina del Trabajo asumidas, con la Ergonomía en claro avance y, dentro de la misma disciplina, los aspectos Psicosociales empezando a arrancar, llegamos a la pandemia COVID-19, oficialmente, en Marzo de 2.020.
Y todo cambió.
En primer lugar, gran parte de la gestión COVID-19 en las empresas cayó de golpe sobre los Servicios de Prevención de las mismas, ya fueran Propios, Mancomunados o Ajenos. Y hubo que retrasar numerosa actividad preventiva por imposibilidad de tiempo y situación.
El teletrabajo, que avanzaba lenta pero inexorablemente, se impone de manera obligatoria y brusca…y por más tiempo del que esperábamos y, además (ahora lo sabemos), ha venido para quedarse. No volveremos a la casilla de salida.
Y ahora que, parece, vamos saliendo del túnel poco a poco con ganas y temores, hay que mirar hacia todos lados y estudiar en qué situación estamos los técnicos de prevención y a qué nos toca enfrentarnos.
Simplificando, tenemos dos asuntos a los que enfrentarnos:
- El modo de prestar el trabajo, en muchos puestos, ha cambiado. El teletrabajo no dará marcha atrás hasta la situación pre-pandemia. Ello hace que los técnicos de prevención tengan que abordar la gestión de otro entorno laboral con riesgos laborales distintos. El último artículo que publicamos en www.prevencionar.com abordó este aspecto; os dejamos enlace https://prevencionar.com/2021/06/09/la-pandemia-covid-19-y-el-impulso-al-teletrabajo/.
- La pandemia COVID-19 ha influido psicológicamente en los trabajadores, tanto por el modo de prestar el trabajo como por la situación que haya vivido cada persona (suspensión o reduccion de contrato de trabajo, teletrabajo total o parcial, etc) como por lo largo del tiempo transcurrido con una situación de marcada incertidumbre.
Aspectos como la obligatoriedad del teletrabajo de manera muy brusca, la incertidumbre laboral y global padecida y que, en muchos casos, se sigue padeciendo, la pérdida de contacto social, la más o menos adecuada situación personal y familiar de cada persona para asumir un cambio de gran envergadura y tan repentino, la casi nula capacidad de influencia personal en lo que estaba ocurriendo así como el no poder separar la vida personal de la familiar son algunos de los factores que han influido en la aparición de problemas psicológicos en no pocos trabajadores.
En resumen, un cambio imprevisto de enorme magnitud y de larga duración en nuestro modo de vida que nos ha afectado a todos y, no olvidemos. la resistencia al cambio es casi consustancial al ser humano…
Incremento de cuadros de ansiedad y depresión, dificultades para conciliar el sueño, aumento del consumo de sustancias psicoestimulantes y alcohol, estrés o, incluso, el síndrome de trabajador quemado (burnout) con síntomas de fatiga, decaimiento y angustia, son algunas de las consecuencias que se están observando en las empresas y a las que se debe hacer frente.
Como prevencionistas, tenemos que influir en la dirección de las empresas para elaborar estrategias que minimicen el impacto que ya se está sufriendo a nivel psicológico así como para evitar que más personas empiecen a experimentar los síntomas negativos citados y, también, mejorar los aspectos psicosociales de la prestación del trabajo.
Todo un reto que debe mantenerse en el tiempo y que supone la puesta en valor, aunque sea de manera igualmente brusca, de conceptos de prevención y tratamiento psicológico. Desde luego, nuestra PRL tiene carácter multidisciplinar y estos aspectos no eran tenidos muy en cuenta. ¿Lo serán ahora?
Todo un reto.